2009: Odisea del despacio

Ripley's "believe it or not": la huelga gremialística, que de estudiantil tiene lo mismo que mi hábito de sestear la mitad del día durante las vacaciones de verano, se levantó por fin y el viernes tuvimos una improvisada pero no por ello menos refrescante clase inaugural. Me alegro de que entre lo poco que leí del temario durante el transcurso de mis vagaciones forzadas, figurasen las benditas propiedades el miocardio que constituyeron el temario dictado el mismo día.

Cómo le van a hacer ahora los de la coordinación del curso para apretar el mes de clases desperdiciado en panfletos, representaciones deficientes sobre la Guerra Fría y emboscadas en el hall de facultad, permanece en el más absoluto misterio (por lo menos hasta que a alguien se le ocurra descifrar junto con el manuscrito Voynich el cronograma colgado en la página huevo), y ya estoy contactando con la boca más cercana para que me facilite los estupefacientes que me harán falta antes del examen, visto y considerando que los días de repaso van a ser menos de los previstos. No nos quejemos: podría haber sido peor y hubiésemos tenido que recuperar esas clases en enero.

A cosas más gratas: estupenda la ida al teatro con Luchi. Kaami, el juguete perdido fue de lo más encantadora, soy a partir de ayer simpatizante del teatro de luz negra. Los juegos de luces tenues y oscuridad hicieron las delicias de mis expectativas, no subestimaré en adelante las obras destinadas al público infantil.

La reunión en lo de Nico: demás. Una lástima que no pudieron estar todas las caras que tenía ganas de ver, pero las que sí estaban se bastaron y se sobraron para pasar un buen rato y dirimir sobre, entre trago y trago, de cuestiones tan harto importantes como... no, mejor no. Lo que se habla entre amigos es mejor que siga quedando entre amigos. Hizo un frío de cagarse y lo primero que hice al llegar a casa (y que se extendió algo así como desde las 8:00 y algo a las 18:00 horas) fue taparme con el poncho y dormir con una hermosa bolsa de agua caliente. Pero de que se pasó bien se pasó bárbaro.