domingo, 19 de julio de 2009

Esas canas valen oro

Como si Murphy quisiera saludarme también por mi cumpleaños el día de ayer, amanecí para tener que mirarme frente al espejo y encontrar esta vez no una sino dos canas. De esas canitas solitarias que aparecen cada domingo 7 en la cabeza de una, sólo que esta vez eran dos. Muy gracioso, Murphy, muy gracioso. Sólo para hacerte rabiar, que sepas que lo pasé bárbaro con mi gente hablando incoherencias, comiendo pizza, tomando licor y atacando chocolate en cantidades ingentes; tan bien que hasta la competencia de chistes entre Elena y José resultaba no sólo soportable, sino entretenida (lo cual no quita que fueran lamentables).

Perderé el pelo pero no las mañas, y pelo (desteñido o no) me queda por montones como para preocuparme por los vellones que ando perdiendo por el piso. Y ninguna es para vos, miserable bastardo pesimista.

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