(Vieja nota que rescaté de entre algunos monólogos)
La duda adquirió forma de planteamiento en mi cabeza a propósito de una conversación y mi posterior curiosidad que derivó en una búsqueda por la red. Entre una que otra página me encontré con una discusión propuesta por alguien sobre las falencias del sistema democrático de gobierno como 'el más adecuado', detractándolo en favor de un régimen de talante 'logocrático' - el gobierno de la razón pura y objetiva por sobre las subjetividades y prejuicios impuestos por una mayoría como buenos/convenientes o malos/inconvenientes. Si bien mi búsqueda había estado más orientada al pensar logocrático en la literatura que en el ámbito político, el planteo no tuvo que esforzarse demasiado para desviar un poco mi atención y repetir dicho planteo en mi propia cabeza.
Entiendo que la democracia es esencialmente una "dictadura de mayorías" (la mayoría dispone, la minoría se somete a dicha disposición), pero eso no la convierte esencialmente en algo malo - sin extendernos mucho, no en un sentido de que "las mayorías no saben lo que les conviene".
Es cierto, las mayorías de hecho y las más de las veces no saben lo que le conviene (eso, o en un sentido particularmente masoquista del entendimiento disfrutan decantándose por el desastre), pero al emitir el juicio de que la democracia no sirve está la persona insinuando que hay alternativa(s) que sí sirve(n), y tácitamente lo asevera en el momento en que propone que 'tal o cual régimen es el que debería implementarse en lugar de la democracia'; a saber, un régimen logocrático en el caso que nos ocupa. Entendiendo la logocracia (pido indulgencia por la simpleza en mi definición que roza ya lo tosco) como la preeminencia de la razón, de la palabra, del Logos - esa razón inmanente por, en y de sí misma; el exponente mismo de la objetividad -, y al ser humano como un mero vector o usuario de dicha razón, ya de por sí se ve asomar al absurdo en la pretensión de que dicha razón pura y objetiva pueda ser trasladada a seres morales y subjetivos como los humanos y aplicada en términos absolutos.
La objetividad absoluta no existe más que como concepción abstracta en radical oposición a la subjetividad (que tampoco existe en términos absolutos en la naturaleza humana), eso es también un hecho. Encuentro por tanto inverosímil que se pretenda la instauración de un régimen basado en "la objetividad de la razón pura y libre de prejuicios" (o 'lo que la mayoría entiende por conveniente', esa dictadura de las mayorías) si en la práctica no hay personas absolutamente objetivas, porque como seres morales que somos siempre estamos juzgando los actos humanos según nuestra percepción subjetiva de lo que es bueno/conveniente y malo/inconveniente.
La subjetividad es parte íntegra e inherente a la naturaleza humana, pasa por muchas condicionantes - el medio socio-cultural donde las personas se crían, sus propias convicciones, sus dudas, sus creencias, sus sentimientos, etc. -, y para que así no fuera habría que criar personas completamente aisladas de todo y de todos para que no fuesen influenciadas. Eso, desde luego, es imposible porque hablamos de seres gregarios, amén de que aun si se intentara tal cosa lisa y llanamente es imposible que una criatura sobreviva en las antedichas condiciones.
Y de todos modos, ¿quiénes serían los no-influenciables voceros de esa razón objetiva en el caso hipotético de que se instaurase un 'orden logocrático'? Seguimos hablando de seres humanos, con la objetividad y la subjetividad mechadas en su pensar y en sus procederes. No hay personas ni 100% objetivas ni 100% subjetivas.
Me sabe a un regusto indudablemente platónico en la pretensión de que la razón pura dirija las acciones humanas cuales marionetas por sus hilos. A Platón, con sus aciertos y desaciertos, le faltaba en ocasiones recordar que estaba hablando de personas reales y no de ideas en un mundo de razón pura, y que aun asumiendo la existencia de un mundo así resultaría imposible trasladar un modo idéntico de conducirse a los habitantes del mundo concupiscible.
No es esta una cuestión de arrojarnos románticamente ciegos de nuestros pareceres personales ni de convertirnos en automátas salidos todos a imagen y semejanza de una planta de ensamblaje socio-cultural, sino simplemente de recordar que no existen personas ni libres de prejuicios ni del todo ofuscadas por ellos. Podrá alguien ser más o menos objetivo/subjetivo, pero indudablemente que siempre los juicios morales estarán mechados de uno y otro extremo de la cuerda en este eterno tira y afloja.
A todo este respecto y sin extenderme mucho más, pienso que podríamos decirlo de este modo: la democracia no es lo más adecuado sino lo menos peor. No es esta una apología sino la sola humilde opinión de alguien con ganas y algo de tiempo para pensar y asombrarse del idealismo de algunos.
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