jueves, 26 de agosto de 2010

El vasto mar, la tormenta y la costa más lejana

"No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos." - C.S. Lewis

Un humilde consejo: alégrate más a menudo por tener el privilegio de contar con experiencias, dulces y amargas, de las cuales aprender. La vida no es un monólogo de calma opiácea. No se supone que quienes la transitamos seamos un desfile de autómatas con una sonrisa indiferente y estúpida pintada por defecto, incapaces de lidiar con las dificultades que se nos presentan ni de recorrer caminos que no hayan sido previamente allanados para nosotros. Cualquiera pasa por fuerte y decidido cuando navega aguas tranquilas y conocidas; el verdadero mérito, no obstante, pertenece únicamente a quien arrastrado hacia aguas desconocidas y viéndose de pronto atrapado en medio de una violenta tempestad, ahoga en ella sus miedos y sus dudas para dominar con manos libres y seguras la nave del espíritu. Nadie sino el dueño de su voluntad puede convertir en herramientas los obstáculos y en victorias los desafíos.

Atrévete a conquistar la costa más lejana.


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