Un humilde consejo: alégrate más a menudo por tener el privilegio de contar con experiencias, dulces y amargas, de las cuales aprender. La vida no es un monólogo de calma opiácea. No se supone que quienes la transitamos seamos un desfile de autómatas con una sonrisa indiferente y estúpida pintada por defecto, incapaces de lidiar con las dificultades que se nos presentan ni de recorrer caminos que no hayan sido previamente allanados para nosotros. Cualquiera pasa por fuerte y decidido cuando navega aguas tranquilas y conocidas; el verdadero mérito, no obstante, pertenece únicamente a quien arrastrado hacia aguas desconocidas y viéndose de pronto atrapado en medio de una violenta tempestad, ahoga en ella sus miedos y sus dudas para dominar con manos libres y seguras la nave del espíritu. Nadie sino el dueño de su voluntad puede convertir en herramientas los obstáculos y en victorias los desafíos.
Atrévete a conquistar la costa más lejana.

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