jueves, 14 de octubre de 2010

33


Ayer cerca de la medianoche (creo que rondaban las 21:00 y tanto en Chile) se cumplió del todo el milagro que ha tenido en vilo al mundo durante estos dos meses: los 33 mineros de la mina de cobre San José fueron rescatados, todos ellos indemnes y con una lección para toda la vida.

Lo que esos héroes de carne y hueso nos enseñaron a todos, su país y el resto del mundo que seguía la noticia con igual intensidad, fue una lección invaluable de compañerismo, de fortaleza y de fe, de las que son tan necesarias y que con tanta facilidad olvidamos a veces (¡y por cosas tan triviales!). Ver a esos hombres sencillos pero tan valientes emerger uno a uno hacia la superficie, ser recibidos por sus familiares y amigos con lágrimas en los ojos pero también con una sonrisa maravillosa, verlos agradecer a Dios y a todo el despliegue de rescate que hizo posible ese milagro, ver a un país grande hacerse todavía más grande en la unidad por la causa de esos 33 mineros; esas son cosas que van a marcar a todos los que seguimos la noticia cada quien desde su lugar, pero no con menos preocupación y esperanza.

El milagro de la mina San José es una lección para todos nosotros y como eso debemos recordarlo. Como una tragedia que nunca tiene que volver a repetirse, pero ante todo como un milagro y una lección de vida.

Salud al pueblo chileno, a sus 33 héroes y a todos los que - esfuerzos y oraciones mediante - hicieron posible su regreso a la vida.

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