viernes, 23 de octubre de 2009

Leid nicht mehr


¿Acaso diría la gota de rocío: "Sólo una vez cada mil años soy una gota de rocío"? Hablen ustedes: "¿No sabes que la luz de todos los años está brillando en tu esfera?". - Khalil Gibrán (El jardín del profeta)

Me acuerdo que ese libro y yo nos encontramos en un momento bastante especial de la vida, además de haber sido mi primer contacto con la prosa poética de Khalil Gibrán, tan deslumbrantemente maravillosa por la sencillez de sus palabras que en modo alguno la vuelve menos profunda. Creo que es uno de los aspectos más resaltables y positivos de la obra de Khalil Gibrán: es sencilla, no necesita ni le interesa recurrir a términos complejos ni rimbomantes para hacerse ver, pero todo lo dice con la profundidad de un estanque tranquilo del que no alcanzamos a ver el fondo, pero en el que vemos reflejado con toda fidelidad el rostro mismo de la vida.

Les parecerá que ando sentimental en exceso - puede ser, quién sabe - pero hace un rato me acordé, ojeando algunas páginas del cuaderno de existencia, de uno de los pasajes de El jardín del profeta que me gusta mucho y del cual había copiado un extracto en el cuaderno.

La vida canta en nuestros silencios, y sueña cuando dormitamos. E incluso cuando estamos abatidos y humillados, la Vida está en su trono y allá en lo alto. Y cuando lloramos, la vida sonríe a la luz del sol, y es libre hasta cuando arrastramos nuestras cadenas. A menudo damos a la Vida nombres amargos, pero sólo cuando nosotros mismos estamos amargados y oscuros. Y la consideramos vacía e inútil, pero sólo cuando nuestra alma vaga por sitios desolados, y cuando el corazón está ebrio de sí mismo.

Me acordé de esto porque estos días, vaya a saber uno la razón (cada quien sabrá lo que le pasa...), noto a algunos amigos y allegados que están afligidos y que no dicen por qué. Algunos hasta dicen que están lo más bien pero la diferencia se nota con creces - no recuerdo qué escritor lo dijo, pero estoy de acuerdo en que una persona feliz es casi como cualquier persona feliz, mientras que una persona triste no se parece a ninguna otra. La cuestión es que se les nota.

En mi caso, a veces cuando andaba muy bajoneada me ponía a leer pasajes de este libro o de algún otro del mismo autor, o de autores parecidos como que él se caracterizan por esa perspectiva única desde la que nos presentan la vida. No les voy a decir que se lean el libro al completo (en realidad es corto y no lleva ni media tarde leerlo), pero invitaría a reflexionar un poco sobre esas palabras.

La vida no se hizo para vivirla angustiados ni derrotados ni pesimistas, sino para disfrutarla con todas las cosas buenas que tiene para ofrecer. Los obstáculos no se hicieron para truncar caminos, sino para tropezar con ellos y aprender a sortearlos; las tristezas no se hicieron para apagar esperanzas, sino para alimentarlas y reforzar la fe en que toda tormenta eventualmente se termina, y esas turbulencias son las que nos enseñan a tomar y dirigir el timón de nuestras naves con un rumbo cada vez más certero y experiente.

Lo único que no tiene que terminarse nunca es la voluntad, y la voluntad inmanente de la vida es la búsqueda de la felicidad.

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